Violencia vs. inversión y empleo
La historia nacional lamentablemente está ligada a episodios relacionados con el conflicto armado. En distintas dimensiones. La excusa de los que impulsaron la idea que desde la subversión llegarían al poder para imponer reformas sociales no ha traído más que dolor.
Si hay una frase certera que desvirtúa ese tipo de acciones es esta de Mahatma Gandhi: "Me opongo a la violencia, porque cuando parece causar el bien éste solo es temporal, el mal que causa es permanente".
La violencia, sumado al índice trágico en cuanto a las vidas que se pierden y las secuelas físicas y emocionales que deja para siempre, también implica la prolongación del atraso en muchas regiones del país. La inseguridad aleja la inversión y sin ella no hay empleo, lo que lleva a tener una precaria calidad de vida.
No es excluyente la responsabilidad estatal por las condiciones socioeconómicas de muchos territorios, pero no se debe ignorar el que en innumerables casos es el tema de fondo, los grupos al margen de la ley.
El viernes 10 de septiembre las noticias se centraban en la moción de censura a la exministra Karen Abudinen y a otros temas del día a día periodístico. Pero hubo uno, similar a otros frecuentes, que -sin importar lo repetitivo- ameritaba analizar. Dos personas resultaron heridas por la explosión de un artefacto en los baños del centro comercial Gran Plaza Alcaraván de Yopal, capital del departamento de Casanare.
Esa hermosa región del llano, donde la idiosincrasia es de gente amable y trabajadora, recibió una advertencia. No es algo nuevo y habrá quién diga que se trata de un asunto "normal" en pueblos donde el conflicto está latente. Sin embargo, luego del hecho se sumó otro elemento, medios locales informaron sobre la existencia de un panfleto del Frente 28 de las disidencias de las Farc, donde señalaban el "compromiso con las comunidades de combatir la miseria", no obstante, antogónico a esa proclama advertían que "por seguridad" los ciudadanos no acudieran a varios almacenes de cadena que mencionaron. La justificación es que -dice el texto- las autoridades "solo prestan seguridad a los grandes capitalistas, como lo son las grandes cadenas de mercado".
Esa situación nos lleva a entender las razones por las que en muchas ocasiones el temor le gana a los inversionistas que tienen intención de poner sus capitales en ciudades intermedias o pequeñas. Esas sumas que se destinan a construir grandes superficies no solo representan ganancia para el inversor, sino que se transforman en bienestar colectivo.
Este tipo de sucesos, unido a otros factores como la eficacia del Estado, permite comprender algunos datos. En el caso de Yopal, entre 2005 y 2018 la población creció cuatro veces más que el promedio nacional, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane), situación que amerita más vacantes para cada vez más pobladores, pero como contraste a esa realidad en el año 2020 la tasa de desempleo en la capital de Casanare se ubicó en 13 %. La pandemia disparó esa cifra, pero hoy día el asunto no es distinto y valga agregar que muchos puestos de trabajo son informales.
Una de las dinámicas de empleabilidad que tienen las ciudades, principalmente las capitales, son las actividades comerciales de grandes superficies. Aquí regresamos al punto central, ¿cómo motivar a los inversores de ese tipo de establecimientos a operar en zonas inseguras?
Hay un ejemplo que también sirve para ilustrar. Yopal en el año 2020 tenía unos 177.688 habitantes, de acuerdo al estimado oficial. En esa línea, en el año 2018 el 54 % de los centros comerciales que se estaban construyendo en el país era en ciudades intermedias con más de 100 mil residentes, registraba la Asociación de Centros Comerciales de Colombia en esa época.
Es preciso añadir que en esta sección del país cerca del 40 % de la población se dedica a actividades de comercio minorista. Cuan necesaria es la llegada de grandes empresas a estos territorios. Y que se mantengan ahí.
Lo planteado no es una apología al consumismo -que tampoco es ilegal- pero sí conlleva apoyo a los grandes capitales, que son muy útiles para el crecimiento urbano y el desarrollo en general, porque son innegables los beneficios que generan, aumentan las fuentes de trabajo, incrementan el movimiento comercial, fomentan la urbanidad, incentivan el turismo, contribuyen al recaudo tributario local y favorecen otras áreas tan necesarias para la humanidad como la interacción social y el entretenimiento. Tampoco se puede obviar que la presencia de grandes empresas o franquicias no solo impulsan a las ciudades donde su ubican, sino a los municipios cercanos.
Son muchos y diversos elementos que se conjugan entre la seguridad y la economía, las narrativas rebeldes sobre desigualdad no pueden seguir justificando la violencia para mantener a pueblos enteros en el atraso.
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